¿Qué es lo
que más nos preocupa como ciudadanos y ciudadanas? El trabajo decente, la
educación, la sanidad, la alimentación, la vivienda, el respeto al medio
ambiente, la paz y la prosperidad en el mundo para todos y para todas, la
dignidad de todas las personas, y que nadie se quede atrás.
Queremos
vivir en un mundo sin pobreza y desigualdad, donde los recursos económicos y
sociales estén disponibles para toda la humanidad; donde las personas, hombres
y mujeres, niños y mayores, tengamos un planeta habitable, en las ciudades y en
el mundo rural, para nosotros y para las generaciones futuras. Queremos que
todas las personas disfruten de sus derechos realizados y de bienestar social,
sin que nadie se quede atrás. Cambiar los parámetros productivos y de consumo
acorde a los límites del planeta, para hacer frente a la realidad del cambio
climático; educando en valores de ciudadanía en sociedades democráticas,
participativas, pacíficas y justas, donde se evite la exclusión, garantizando
el acceso a los servicios básicos con potentes políticas sociales.
Pues bien,
10 años después de la caída de Lehman Brothers, no se ha reducido el poder del
sistema financiero causante de la crisis, mientras la pobreza y la desigualdad
se han incrementado, aplicando políticas de ajuste económico que tuvieron su
mayor expresión en los recortes en políticas públicas sociales (educación,
sanidad, servicios sociales) y con reformas laborales que han dejado, sólo en
España, a un 21,6 % de la población en riesgo de pobreza: 8,6 millones de
personas pobres, de ellas, 4,1 millones en pobreza severa; existen cerca de
tres millones de niños pobres…
Estos datos
se corresponden también con el incremento de la desigualdad mundial donde el 1%
que más tiene recibió el doble de ingresos que el 50% más pobre. Hace tan solo
unos días, la FAO alertaba de que el hambre en el mundo ha aumentado por tercer
año consecutivo.
Este
panorama se presenta muy negativo porque cuanto peor están estos colectivos más
tardan en recuperarse, ya que las políticas sociales no les llegan: la
exclusión social severa ha aumentado un 40% durante la última década. Al
tiempo, ha aumentado el número de multimillonarios que mantienen su riqueza en
paraísos fiscales o en fórmulas opacas, sin aportar los recursos necesarios al
bien común. Así, la pobreza y la desigualdad aparecen como dos caras de la
misma moneda y del modelo de sociedad que padecemos.
Ante esta
injusta y obscena situación de la pobreza y la desigualdad en el mundo y en
España, necesitamos sumar fuerzas desde la sociedad civil y desde las
instituciones. Es necesario reforzar políticas de carácter integrador, de
cohesión social, que posibiliten que todas las personas tengan el mismo acceso
a oportunidades y recursos, independientemente de donde vivan y trabajen.
Por ello, La
Alianza Española contra la Pobreza y la Desigualdad, de la que USO y Sotermun
forman parte, denuncia:
- La pobreza laboral y exige aplicar una estrategia global integrada que acabe con la precariedad y establezca salarios y prestaciones dignas para las personas excluidas del mercado laboral, así como políticas inclusivas: conciliación laboral, eliminación de brecha salarial… y el acceso a unos servicios de calidad. Políticas especialmente pensadas para los jóvenes, parados de larga duración, mujeres y emigrantes, independientemente de su origen y causa de su situación.
- La pobreza infantil y juvenil, y pide prioridad a la inversión social en las familias con dificultades. Especialmente en niños, niñas y jóvenes, con el fin de romper el ciclo de la marginación y del fracaso y abandono escolar, de una alimentación insuficiente y de otras desventajas personales, promoviendo su desarrollo integral.
- La pobreza energética, habitacional y la falta de servicios sociales adecuados que permitan vivir con dignidad a los colectivos más vulnerables por falta de recursos económicos, desahucios…, sin olvidar la dependencia y la brecha digital.
- La pobreza y el hambre en el mundo, la emigración forzada y la situación de los refugiados, y exige un incremento en las Ayudas al Desarrollo, la recuperación de la senda del 0,7% de la RNB y la aplicación de políticas de desarrollo, respetuosas con los Derechos Humanos.
- La pobreza medioambiental, y pide actuar de manera que los recursos limitados de nuestro planeta eviten la amenaza del cambio climático: desertización, escasez de agua y alimentos… con la finalidad de dejar a nuestros hijos y nietos un planeta habitable, poniendo límites y condiciones al crecimiento.
La Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible supone una oportunidad para que todos los
actores del desarrollo se impliquen y orienten sus esfuerzos para no dejar a
nadie atrás.
Nos queda un
largo camino por recorrer. Es una labor constante e intensa. Tenemos que ser
conscientes del poder de nuestras decisiones y reclamaciones, en nuestro
consumo, en las reivindicaciones cotidianas por una sociedad sin pobreza, más
igualitaria.
Sólo con
nuestro compromiso de hacer llegar estas aspiraciones a una mayoría de la
población, podremos conseguir un mundo más justo y habitable para todos y para
todas.