La primera ola de
calor del verano de la pandemia agrava el riesgo de golpe de calor y estrés
térmico en el trabajo por el uso obligatorio de la mascarilla.
Primera ola de calor de nuestro verano de pandemia y los riesgos de sufrir un golpe de calor o estrés térmico aumentan por el uso obligado de la mascarilla en el trabajo. Unas precauciones parecen no llevarse bien con las otras, pero es necesario cumplir con todas.
La llegada
del verano afectaba especialmente a las condiciones de trabajo de algunas
profesiones, en ambientes especialmente sobrecalentados o en exteriores con
altas temperaturas. Antes, solo en algunos puestos era necesario el uso de
mascarilla por la propia idiosincrasia de la actividad, pero ahora el uso
obligado se extiende a toda nuestra vida profesional y particular.
La
mascarilla, más allá de la obvia incomodidad, provoca un exceso de sudoración
y, por lo tanto, más deshidratación; además de vaho y empañamiento de cristales
de gafas que pueden entorpecer los movimientos y causar otro tipo de accidentes
diferentes a los efectos del calor.
El golpe de calor
La
sobrecarga térmica refleja las consecuencias que padece una persona cuando se
adapta a condiciones de estrés térmico. Este se da cuando el cuerpo humano no
goza de un adecuado ajuste fisiológico, sino que hace un esfuerzo extra para
adaptar su temperatura. Los parámetros que permiten controlar y determinar la
sobrecarga térmica son:
·
temperatura corporal.
·
frecuencia cardíaca.
·
tasa de sudoración.
El efecto
más grave de esta descompensación es el golpe de calor, que pueden ocasionar
pérdidas de conocimiento, mareos, vértigos, trastornos circulatorios o
problemas cardíacos.
La
sobrecarga térmica depende de factores propios de cada persona. Sus reacciones
pueden ser diferentes incluso con el paso del tiempo.
Factores a tener en cuenta a la hora de prevenir un golpe de
calor en el trabajo
Los
factores o características personales determinan la capacidad fisiológica de
respuesta al calor. Entre estos factores personales de riesgo, que reducen la
tolerancia individual al estrés térmico, se encuentran:
·
La edad. Las personas de
mayor edad son más susceptibles a padecer problemas de control de la
circulación periférica o menor capacidad de mantener la hidratación. En
consecuencia, son más vulnerables al estrés térmico.
·
La obesidad. Debido al
incremento del aislamiento térmico que sufre el cuerpo, pueden darse
deficiencias del sistema cardiovascular y la baja condición física.
·
La hidratación. El problema
es que mantener la hidratación adecuada no es fácil, debido, entre otros
factores, a que la sensación de sed no es siempre proporcional a la pérdida de
agua. La rehidratación bebiendo agua es efectiva y rápida.
·
El consumo de medicamentos o
bebidas alcohólicas. Algunos sedantes afectan a la sensación de sed. Otros
fármacos intervienen en la termorregulación, incrementan el calor metabólico y
reducen la distribución del calor, condicionando la circulación periférica. El
alcohol produce vasodilatación periférica y diuresis, que afectan a la
respuesta del cuerpo al estrés térmico y aumentan la probabilidad de una bajada
de tensión durante la exposición.
·
La aclimatación es un proceso
gradual que puede durar de 7 a 14 días. En ellos, el cuerpo va adaptándose para
realizar una determinada actividad física en condiciones de calor. Se
recomienda que, el primer día de trabajo, la exposición al calor se reduzca a
la mitad de la jornada. Después, día a día, debería aumentarse progresivamente
el tiempo de trabajo (10%) hasta la jornada completa.
Algunos efectos del incremento del estrés térmico por
sobreexposición al calor
Entre los
posibles efectos de la exposición al calor, debe tenerse en cuenta que el
incremento del nivel de estrés térmico es un factor que, junto con otros, puede
dar lugar a accidentes. Por ejemplo, atrapamientos, golpes, o caídas al mismo o
distinto nivel derivadas de mareos o desvanecimientos. De esta forma, podemos
encontrarnos:
·
Síncope por calor: la permanencia
de pie o inmóvil durante mucho tiempo en un ambiente caluroso con cambio rápido
de postura puede producir una bajada de tensión con disminución de caudal
sanguíneo que llega al cerebro.
·
Deshidratación y pérdida de
electrolitos: la exposición prolongada al calor implica una pérdida de agua y
electrolitos a través de la sudoración. La sed no es un buen indicador de la
deshidratación. Un fallo en la rehidratación del cuerpo y en los niveles de
electrolitos se traduce en problemas gastrointestinales y calambres musculares.
·
Agotamiento por calor: se
produce cuando existe una gran deshidratación. Los síntomas incluyen la pérdida
de capacidad de trabajo, disminución de las habilidades psicomotoras, náuseas y
fatiga.
·
Golpe de calor: se desarrolla
cuando la termorregulación ha sido superada y el cuerpo ha utilizado la mayoría
de sus defensas para combatir la hipertermia (aumento de la temperatura interna
por encima de la habitual). Se caracteriza por un incremento elevado de la
temperatura interna por encima de 40,5 °C, y la piel caliente y seca, debido a
que no se produce sudoración.
Cómo protegerse frente al calor y un posible estrés térmico en
el trabajo
Para
proporcionar la protección adecuada frente al estrés térmico, además de la
implantación de los controles generales, se requieren procedimientos de trabajo
específicos. En todos los casos, el objetivo principal de la gestión del estrés
térmico es prevenir el golpe de calor. Por tanto, recomendamos que propongáis
en vuestros centros de trabajo las siguientes medidas:
·
Incrementar la circulación
general de aire, reducir los procesos que liberan calor y vapor de agua, y
apantallar las fuentes de calor radiante.
·
Evitar el trabajo aislado,
con el fin de facilitar una supervisión mutua en caso de aparición de algún
problema.
·
La ventilación natural es un
medio lento pero eficaz para incrementar la transferencia de calor desde la
piel al exterior. El aumento de la velocidad del aire incrementa la pérdida de
calor, aunque se trate de aire del local, al facilitar la evaporación del
sudor.
·
El calor radiante puede
reducirse mediante la interposición de barreras materiales que reduzcan la
radiación térmica. Si no es posible aislar las fuentes de calor mediante pantallas
y dicha radiación térmica es muy intensa, deberá utilizarse ropa que proteja la
piel. Por el contrario, al cubrir la piel también se reduce la refrigeración de
la piel por convección o evaporación del sudor.
·
La mayor dificultad suele
darse si la temperatura del aire es superior a la temperatura de la piel,
35-36°C. En esa situación, el cuerpo está ganando calor y la evaporación del
agua en la superficie de la piel es la única vía de pérdida de calor. En estos
casos, juega un papel crucial la permeabilidad de los tejidos y la capacidad de
circulación de aire a través de la ropa. A pesar de que la refrigeración del
lugar de trabajo se considere una medida poco viable, existen casos en los
puede resultar muy efectivo, por lo que es interesante estudiar cada uno.
·
La aplicación de medidas
organizativas que permitan establecer tiempos de exposición aceptables para los
trabajadores, tiempos de recuperación suficientes y limitación de la carga
física, tasa metabólica. Estas medidas constituyen una vía de limitación de la
exposición y de gestión del riesgo a través de la implantación de
procedimientos de trabajo y gestión del personal.
·
La posibilidad de utilizar
mecanismos de refrigeración personal, conjuntamente con ropa de protección,
puede llegar a ser una alternativa. Existen chalecos refrigerados o trajes con
mecanismos de refrigeración incorporados que impiden el incremento de la
temperatura del cuerpo.
El impacto de la ola de calor en el trabajo al aire libre
Las
personas que trabajan al aire libre suelen tener una alta necesidad de
hidratarse debido a que, en general, su actividad física es mayor. Sin embargo,
en las oficinas existen otros factores que pueden condicionar la demanda de
líquidos. Como, por ejemplo, la sequedad del ambiente producida por los
sistemas de climatización, que exponen a las vías respiratorias, piel y mucosas
a una pérdida excesiva de humedad.
En USO,
creemos que es fundamental que se vigilen los síntomas de la sobrecarga
térmica, suyos y de las personas que trabajen a su alrededor, para
identificarla y, de esta forma, evitar accidentes graves o incluso
fallecimientos en el puesto de trabajo:
·
Para personas con un sistema
cardíaco normal, debe interrumpirse durante varios minutos la exposición cuando
el pulso cardíaco supera 180 pulsaciones por minuto, restada la edad en años de
la persona.
·
Si la temperatura corporal
interna supera los 38°C, en el caso de personal no aclimatado.
·
Si tras un gran esfuerzo, el
pulso de recuperación, 1 minuto después del esfuerzo máximo, es mayor de 110
pulsaciones por minuto.
·
En el caso de que existan
síntomas como fuerte fatiga repentina, náuseas, vértigo o mareos.
·
Si un trabajador en
exposición al calor aparece desorientado o confuso, o sufre una irritabilidad
inexplicable, malestar general, síntomas gripales, debe ser retirado a una zona
refrigerada con circulación rápida de aire y permanecer en observación por
personal cualificado.
·
Si la sudoración se
interrumpe y la piel se vuelve caliente y seca, se le debe proporcionar
atención médica inmediata, seguida de la hospitalización.
Otras recomendaciones de prevención de riesgos laborales
relacionadas con el calor
·
Si debes aplicar primeros auxilios, recuerda que con el coronavirus ha
cambiado el método de aplicación.
·
Más pautas de actuación frente al calor en el trabajo y ante un golpe de calor.
·
La importancia del sueño para el trabajo, especialmente con calor.
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